viernes, 14 de junio de 2024

El Legado de Lein Capitulo 15 Pelea Con Los Lanceros

Lein pudo sentir cómo la energía dentro de las estatuas cobraba vida y se dirigían rápidamente hacia él. En total eran cuatro estatuas con forma de lanceros que rugían a la distancia mientras se acercaban a él rápidamente.


Sin pensarlo dos veces, Lein desató todo el poder de sus dos niveles de aura para formar una gruesa película roja que brillaba alrededor de su cuerpo, formando una barrera protectora. Sacó un par de espadas y las cargó con toda la energía de fuego que pudo. Las espadas brillaban con gran intensidad, como si fueran a explotar en cualquier momento.


"No puedo quedarme aquí atrapado en el fondo de esta cueva," pensó Lein mientras guardaba el extraño huevo dentro de su núcleo de almacenamiento. 


Sin meditarlo mucho, cargó rápidamente en dirección a las estatuas que se aproximaban a él desde la entrada de la cueva.


Lein no sabía qué tan fuertes eran estos enemigos, pero entendía que si lo acorralaban en el fondo de la cueva estaría perdido.


En cuestión de segundos, pudo vislumbrar a los enemigos que se acercaban a gran velocidad portando enormes lanzas. En ese momento, balanceó con todo su poder las dos espadas cargadas con energía de fuego. Una increíble explosión inundó la cueva, mientras un torrente de llamas rugía como una tormenta hacia las estatuas.


En ese instante, los lanceros se detuvieron en seco, cruzando los brazos en frente para protegerse de la poderosa llamarada que se aproximaba.


Lein no se detuvo ni por un segundo. Rápidamente activó su velocidad al máximo, pasando en medio de dos de las estatuas. En ese instante, su poder de aura corría locamente por todo su cuerpo y él podía ver cómo todo pasaba en cámara súper lenta.


Estiró sus brazos al mismo tiempo y golpeó la nuca de las estatuas con sus espadas. Estas salieron volando hacia el fondo de la cueva; un fuerte golpe se escuchó cuando las mismas golpearon la pared del fondo.


Sin detenerse ni un segundo, Lein corrió hacia la entrada de la cueva.


Mientras tanto, las dos estatuas que no recibieron daño corrieron rápidamente detrás de Lein.


Lein usó su proyección de la mente y pudo notar que sus perseguidores no eran tan rápidos como él, y que posiblemente podría escapar.


Pero la alegría de Lein no duró mucho, ya que al llegar a la entrada pudo notar que una extraña película de energía roja cubría la entrada. Lein se acercó y la golpeó con todas sus fuerzas, pero no logró romperla; una mueca de preocupación se formó en su rostro. 


Justo cuando sus perseguidores lo alcanzaron, una extraña voz sonó en su cabeza.


"No podrás salir hasta que destruyas las estatuas." Lein se sorprendió mucho al escuchar la chillante voz que parecía ser de una niña pequeña.


Justo en ese momento, los dos lanceros atacaron a Lein al mismo tiempo con poderosas estocadas. Valíendose de su increíble velocidad, Lein pudo esquivar por los pelos los ataques de las dos estatuas. Estas golpearon las paredes de la cueva, creando una terrible explosión que conmocionó a Lein. "Si alguno de esos golpes me toca, será mi fin," pensó Lein mientras miraba aterrorizado los ojos rojos como fuego de los dos lanceros que rápidamente lo seguían atacando sin parar.


Después de intercambiar algunos golpes con las dos estatuas, Lein entendió algunas cosas. La primera, que las estatuas tenían más o menos su misma fuerza, pero los golpes de sus lanzas parecían tener al menos el doble de fuerza que sus dueños. La buena noticia era que, al parecer, los lanceros eran más lentos que Lein, gracias a lo cual había podido esquivar todos sus ataques. Sin embargo, había dos graves problemas. 


El primero era que, por más duro que Lein golpeara a las estatuas, estas no recibían ningún daño. Después de ser golpeadas con sus espadas, solo caían y luego se volvían a levantar, como si nada hubiera pasado. El segundo y más preocupante problema era que los otros dos lanceros, a los que Lein había golpeado al comienzo de la batalla, corrían a gran velocidad hacia él desde el fondo de la cueva.


Si ya era terriblemente difícil esquivar los ataques de dos, Lein estaba horrorizado ante la idea de pelear con cuatro de estas extrañas estatuas.


Un sentimiento de desesperación comenzó a impregnar su corazón, al no ocurrírsele nada para salir de esta terrible situación. Pero justo en ese momento volvió a escuchar la voz de la niña.


"Golpea con fuerza en medio de sus cejas." Lein se sorprendió ante la voz. Utilizó su proyección de mente para escanear los alrededores, pero solo podía sentir las cuatro estatuas. Justo en ese momento, una de las estatuas embistió hacia el cuerpo de Lein. Este reaccionó y dejó que la lanza pasara por debajo de su axila, acortando la distancia con su enemigo y dándole la oportunidad de golpear con la punta de su espada la glabela del lancero.


Instantáneamente se escuchó un sonido de crac. Una pequeña piedra roja del tamaño de un guisante apareció en medio de las cejas de la estatua. Después de romperse, los ojos del lancero se apagaron y este cayó al suelo como una marioneta a la que le cortaron los hilos.


Lein sintió como si la vida volviera a su cuerpo. Ese sentimiento de completa desesperación que sentía hace tan solo unos instantes se había convertido en esperanza. Por alguna razón, esa extraña voz le había revelado el punto débil de estas extrañas estatuas.


Sin detenerse un solo segundo, Lein sacó una de las esferas arrojadizas que había tomado como botín de los hombres de negro a los que mató hace algunos días mientras salvaba a Annie. La arrojó con fuerza al segundo lancero que arremetía contra él. A pesar de que la esfera no causó mucho daño a la estatua, la explosión la paralizó unos segundos, que eran justo el tiempo que Lein necesitaba. Apretó con fuerza el mango de su espada y apuñaló con fuerza la glabela de la segunda estatua. El resultado fue exactamente el mismo: el cuerpo del lancero se desmoronó, como una marioneta sin vida.


Sin tiempo para celebrar, sacó rápidamente dos esferas más y las arrojó hacia los últimos dos lanceros, que justo en ese momento ya habían llegado hasta donde Lein se encontraba.


A pesar de ser muy fuertes, estas estatuas no parecían ser muy inteligentes. Sus ataques eran muy simples y fáciles de predecir. No le tomó mucho tiempo a Lein poner fuera de combate a todas las estatuas. Sin embargo, en el proceso gastó seis de las nueve esferas que había conseguido de los tipos de negro. Lein observó las cuatro estatuas tiradas en el suelo, con una mirada de extrañeza. Habían perdido completamente su forma de poderosos lanceros y se veían como burdas marionetas. Además, tenían varias piedras de colores y extrañas runas colocadas en algunas partes de su cuerpo. Nada de esto era visible cuando peleaba a muerte con ellas.


Mientras se agachaba para tomar una de las lanzas, la voz de la chica volvió a sonar en su cabeza.

"Es un arma muy buena, se llaman lanzas de aumento de poder."

Lein soltó la lanza y se puso en guardia, revisando todos sus alrededores.


"¿Quién eres? ¿Dónde estás? ¡Muéstrate!"


Justo en ese momento, la chillona voz dijo:

"Ja, ja, estoy aquí, mira dentro de tu núcleo de almacenamiento."

Lein cerró sus ojos y escaneó su espacio interno... quedando muy sorprendido al ver una pequeña niña de unos 10 años, parada en medio de su espacio de almacenamiento con una gran sonrisa en su cara, saludándolo con su pequeña mano.